Introducción y definición de conceptos.
De los sacramentos podemos decir que son signos muy especiales ya que no son meros signos como un señalamiento vial o una señal de seguridad, tampoco son gestos vacíos o ritos anticuados. Todo lo contrario, los sacramentos son signos sí, pero signos eficaces. Los sacramentos son ritos antiguos sí, pero ritos que actualizan la gracia de Dios en quien los recibe hoy. Los sacramentos no sólo son un símbolo de un buen deseo de algo que deseamos para otra persona, por ejemplo para un bebé o para un niño, o para un enfermo. Los sacramentos transmiten a los que los reciben su correspondiente gracia y disposición. Cada sacramento dispone al alma que lo recibe para cumplir una misión. La persona que recibe el sacramento, recibe a la vez un encargo y la capacidad de cumplirlo, recibe un privilegio, un don especial, pero no un privilegio para sí mismo, sino para los demás, para distribuir a los demás el amor de Dios y su palabra reconfortante.
Naturaleza y Número de los Sacramentos.
Cristo instituyó los sacramentos del Nuevo Testamento, que son siete: Bautismo, Confirmación, Eucaristía, Penitencia o Reconciliación o Confesión, Unción de los Enfermos, Orden Sacerdotal y Matrimonio. Estos sacramentos nos acompañan en los momentos más importantes de nuestra vida cristiana. Los cristianos celebramos los momentos principales de la vida humana con un sacramento, desde que nacemos, crecemos, escogemos una vocación, enfermamos y somos llamados de nuevo a Dios. Para cada etapa de la vida natural hay un sacramento que acompaña a la vida espiritual.
La Liturgia y los Sacramentos.
El centro de la vida litúrgica de la Iglesia es la Celebración de la Eucaristía y toda la vida de la Iglesia gira en torno a los sacramentos. Jesucristo desde el cielo nos comunica su gracia de manera especial porque Él así lo estableció, a través de los sacramentos que ofrece la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana. Ahí podemos tener seguridad de que al recibir un sacramento recibimos también de Cristo la gracia santificante que lo acompaña. Cuando recibimos un sacramento nosotros podemos percibir las palabras y las acciones del sacerdote a través de nuestros sentidos, pero además por fe, sabemos que de Cristo y del Espíritu Santo que obra en nosotros, recibimos de manera gratuita la gracia que cada sacramento otorga.
Los Sacramentos como Sacramentos de Salvación.
Cuando celebramos un sacramento con fe, el sacramento nos transmite o nos confiere una gracia particular como ya dijimos. Los sacramentos son eficaces porque Cristo mismo actúa a través de su ministro. Cristo es quien nos bautiza. Cristo es quien nos perdona los pecados. Cristo es quien nos sana. Cristo es quien nos llama y nos envía. Cristo es el protagonista de cada sacramento. El Padre celestial escucha la oración de intercesión de su Hijo Jesucristo y la fe de Cristo en su Padre hace que el Espíritu Santo se derrame hacia nosotros con toda su fuerza transformadora en cada sacramento.
Los Sacramentos por la Iglesia y para la Iglesia.
Podemos decir que los sacramentos son de la Iglesia en dos sentidos. Los sacramentos son “por la Iglesia” y también los sacramentos son “para la Iglesia”. Son por la Iglesia porque Cristo actúa a través de su Iglesia mediante el Espíritu Santo que ha sido derramado en sus fieles. Cristo actúa por ese conducto que es la Iglesia, su Cuerpo Místico visible en el mundo. Ahora bien, también podemos decir que los sacramentos son para la Iglesia en el sentido que los sacramentos hacen la Iglesia, los sacramentos actualizan la comunión que Dios desea con sus hijos. Así los sacramentos son para la Iglesia, para la comunión con la Santísima Trinidad.
Los Sacramentos de la Iniciación Cristiana.
La base de toda la vida cristiana son los sacramentos que llamamos de iniciación, a saber: Bautismo, Confirmación y Eucaristía. Los hombres podemos participar de la naturaleza divina a través de la gracia que Cristo nos da. Esta participación la podemos pensar como la vida de Dios en el alma. En la vida natural de manera análoga para entender mejor lo que sucede con el espíritu pensemos en cómo cada persona nace, crece y se alimenta. Así por el Bautismo renacemos como hijos de Dios. Con la Confirmación crecemos al estatus de discípulos de Cristo, con la plenitud del Espíritu Santo para ser testigos de la fe. Y con la Eucaristía recibimos el alimento eficaz que nos da la vida eterna ya desde ahora. Así como el alimento lo procuramos a diario, así la Eucaristía, verdadero alimento en el sentido más pleno, ha de procurarse con frecuencia para que no sufra nuestra alma de anemia espiritual, sino que esté fortalecida y revestida con el cuerpo y la sangre de Cristo, verdadera comida y verdadera bebida (ver Jn 6,55) según nuestra naturaleza humana híbrida animal y racional. Si sólo le das de comer al animal, el espíritu estará muy debilitado.
Estos sacramentos como ya dijimos no son sólo para nuestro beneficio, sino para crecer en caridad hacia Dios y hacia el prójimo, de manera que hagamos presente el amor de Dios entre nuestros familiares, amigos, vecinos y colegas, sobre todo entre aquellos hermanos que tienen preferencia en el Reino de Dios: los pobres, los enfermos, los débiles y los descartados por el mundo.
El Orden de los Sacramentos.
Cada sacramento tiene su lugar en la vida y los siete juntos forman un todo que podemos llamar orgánico, un todo completo. Pero de entre los siete la Eucaristía tiene un lugar principal como digamos el sacramento de los sacramentos, de manera que todos los demás sacramentos de alguna forma nos deben de preparar para estar aptos para la Celebración Eucarística.
Los Sacramentos de la Vocación.
Aquí consideramos los sacramentos del Orden Sacerdotal y del Matrimonio. Los fieles responden al llamado particular de Cristo ya sea a la vida consagrada a ejemplo de Cristo sacerdote, o a la vida familiar para formar una Iglesia doméstica en donde se vivan los valores evangélicos en la familia. Cada respuesta tiene su sacramento. De manera que el varón que busca responder a la llamada Cristo a la vida consagrada como sacerdote pide el sacramento del Orden Sacerdotal a la Iglesia, para recibir la gracia que el confiere el carisma del sacerdocio eterno, para celebrar ya desde ahora en la tierra y dirigir los ritos y las celebraciones encabezando las plegarias en los actos religiosos de la Iglesia. Otros fieles que buscan ofrecer su vida a Dios también pueden hacer votos temporales o a perpetuidad frente a la comunidad de los fieles en el marco de una celebración eucarística con el permiso previo de la Iglesia. Las parejas de novios que tras un tiempo de discernimiento adecuado y preparación durante un noviazgo vivido con castidad y respeto, pueden también pedir a la Iglesia el Matrimonio para que Cristo bendiga su unión y así su unión pueda ser plena delante de Dios y dar frutos buenos en los hijos, con toda la ayuda de la gracia santificante que los une, hasta que la muerte los separe, según el deseo de Cristo. (ver Mt 19,6)
Los Sacramentos que Preparan para la Patria Celestial
Después de los sacramentos de iniciación tenemos otros sacramentos como: la Penitencia, la Unción de los Enfermos y nuevamente la Eucaristía que nos preparan para migrar a nuestra patria común, la patria celestial, lo que llamamos el cielo, el lugar de felicidad que nunca se acaba; así afirmaba el catecismo que estudiamos de niños. Estos sacramentos completan o celebran nuestro peregrinar en la tierra y ruegan a Dios por la gracia santificante necesaria para preparar nuestro traje de fiesta. La ropa adecuada para presentarnos humildemente ante Dios Nuestro Señor. (ver Mt 22,12)
Conclusión
Podemos decir en resumen que los sacramentos son medios esenciales para la santidad cristiana, o son ayudas indispensables para la vida espiritual, o son ritos eficaces para acercarnos a Dios, o son actos religiosos transformadores que nos cambian de simples creaturas en hijos de Dios y de hijos de Dios en testigos de Cristo en misión. De la manera que lo podamos cada uno entender lo importante es que gracias a los sacramentos podemos recibir la gracia divina, o la ayuda de Dios, o a Dios mismo que viene a vivir dentro de cada uno de nosotros. (ver Jn 14,23) Con esta gracia divina que nos dan los sacramentos podemos tener un experiencia fuerte de Cristo, que fortalece nuestra fe y nos limpia y nos purifica y nos prepara con la lámpara llena de aceite y encendida para entrar cuando Dios nos llame a la vida eterna. (ver Mt 25, 1-13) Estamos de paso en este mundo y mientras estemos sujetos al tiempo debemos de procurar los sacramentos para gozar un día de la beatitud eterna.
Referencia.
Catecismo de la Iglesia Católica nn. 1210-1666