Ultimamente escucho mucho en la conversación con diferentes personas la palabra angustia. Muchos sabemos lo que se siente pero pocos podemos definirla. La dificultad radica en el hecho de que definir algo como la angustia requiere un ejercicio racional para describir algo emocional y sensible como la angustia.
Entonces ¿qué es la angustia? Vamos por una definición concisa que nos ayude. Angustia proviene del latín "angustia", que deriva de "angustus", que significa "estrecho" o "apretado". Podemos complementar el significado etimológico agregando tres sinónimos de angustia: aflicción, desazón, y tribulación.
A partir de esta información vamos a sintetizar todo en esta definición de angustia: malestar que estresa al afligido.
SALMO 143
1 Salmo de David.
Señor, escucha mi oración,
atiende a mi plegaria;
respóndeme, por tu fidelidad y tu justicia.
2 No llames a juicio a tu servidor,
porque ningún ser viviente es justo en tu presencia.
3 El enemigo me persiguió a muerte,
aplastó mi vida contra el suelo;
me introdujo en las tinieblas,
como a los muertos de hace muchos años.
4 El aliento se extingue en mi interior,
mi corazón desfallece en mi pecho.
5 Me acuerdo de los tiempos pasados,
medito todas tus acciones;
considero la obra de tus manos
6 y extiendo mis brazos hacia ti:
suspiro por ti como tierra reseca.
7 Respóndeme en seguida, Señor,
porque estoy sin aliento.
No me ocultes tu rostro,
para que yo no sea como los que bajan a la fosa.
8 Que yo experimente tu amor por la mañana,
porque confío en ti;
indícame el camino que debo seguir,
porque a ti elevo mi alma.
9 Líbrame, Señor, de mis enemigos,
porque me refugio en ti;
10 enséñame a hacer tu voluntad,
porque tú eres mi Dios.
Que tu espíritu bondadoso me conduzca
por una tierra llana.
11 Por amor de tu Nombre, Señor,
consérvame la vida.
Por tu justicia, sácame del peligro;
12 por tu fidelidad, destruye a mi enemigo;
aniquila a mis opresores,
porque yo soy tu servidor.
Puntos de reflexión.
1. Oración de súplica para remediar la angustia.
Imita del salmista la humildad con la que se reconoce necesitado de Dios para resolver su angustia, ya que de antemano sabe que el remedio no está dentro de él, sino que su malestar requiere ayuda divina, y muy seguramente requiere también un ajuste pequeño o grande en la manera en la que está viviendo su vida. El salmista ofrece con estas actitudes una oración de súplica y así nos enseña cómo nosotros también debemos orar en tiempos de angustia.
2. Escuchar, leer y cumplir la Palabra de Dios para remediar la angustia.
¿Cómo puedo yo hacer esto?, o parafraseando al salmista, ¿experimentar el amor de Dios por la mañana? Empieza cada día con la misa, participa en la celebración eucarística y aliméntate primero de Dios y deja que su Palabra proclamada y predicada te sirva de guía para la vida.
3. Servir a Dios y al prójimo para remediar la angustia.
Al final el salmista afirma ser servidor de Dios. No da más detalles pero establece una promesa de reciprocidad. El salmista confía en la ayuda porque Dios es justo, fiel, bondadoso y su Nombre está por encima de todo nombre en poder y gloria. A cambio el salmista ofrece servir, no ofrece como sacrificio a otra cosa, sino que se ofrece a sí mismo y se pone a disposición de Dios para servir.
Petición final
María Santísima, Consoladora de los afligidos, tú que sufriste la huída a Egipto y muchos otros dolores, por tú intercesión te rogamos la gracia de saber encontrar a Jesus en el templo, eficaz remedio para todo malestar que nos estresa y nos aflige. Te lo pedimos por Nuestro Señor y Salvador que reina por los siglos de los siglos. Amén.
Que la gracia del Señor Jesús permanezca con todos. Amén. (Apocalipsis, 22,21)
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