lunes, 14 de julio de 2025

#245 Acompañar con humildad.

La reflexión de hoy está basada en el capítulo 22 del Libro de Job.  Job 22 se conoce principalmente por ser el tercer discurso de Elifaz de Temán, uno de los tres amigos que vienen a "consolar" a Job. Es un capítulo crucial porque muestra cómo Elifaz, en un tono mucho más severo que en sus intervenciones anteriores, acusa directamente a Job de pecado y le atribuye desgracias como consecuencia de su maldad. Afirma que Dios castiga a los malvados y premia a los buenos, y que si Job sufre es porque pecó. Le asegura que, si se convierte a Dios, todo le irá bien de nuevo.

Capítulo 22

1 Elifaz de Temán replicó, diciendo:

2 ¿Puede un hombre ser útil a Dios? Incluso el más capaz, ¿le es útil en algo?

3 ¿Le importa al Todopoderoso que tú seas justo? ¿Obtiene una ganancia si tu conducta es perfecta?

4 ¿Es por tu piedad que te reprueba y entabla un juicio contigo?

5 ¿No es más bien por tu enorme maldad y porque tus faltas no tienen límite?

6 Tú exigías sin motivo prendas a tus hermanos y despojabas de su ropa a los desnudos.

7 No dabas de beber al extenuado y negabas el pan al hambriento.

8 «¡El país pertenece al de brazo fuerte; el privilegiado se instala en él!».

9 Despedías a las viudas con las manos vacías y quebraban los brazos de los huérfanos.

10 Por eso ahora estás rodeado de lazos y te estremece un terror repentino.

11 Se oscureció la luz, y no ves; te sumergen las aguas desbordadas.

12 ¿No está Dios en la cima del cielo? ¡Mira qué alta es la bóveda estrellada!

13 Por eso dijiste: «¿Qué sabe Dios? ¿Puede juzgar a través de los nubarrones?

14 Las nubes lo tapan, no puede ver; él se pasea por los bordes del cielo».

15 ¿Quieres seguir por el camino antiguo que recorrieron los hombres perversos?

16 Ellos fueron arrebatados antes de tiempo, cuando un río inundó sus cimientos.

17 Decían a Dios: «¡Apártate de nosotros! ¿Qué puede hacernos el Todopoderoso?».

18 Y aunque él llenaba sus casas de bienes, el designio de los malvados seguía lejos de él.

19 Los justos lo ven y se alegran, el inocente se burla de ellos:

20 «¿No ha sido aniquilada su fortuna y el fuego devoró hasta sus residuos?».

21 Llega a un acuerdo con Dios, reconcíliate, y así alcanzarás la felicidad.

22 Recibe la instrucción de sus labios y guarda sus palabras en tu corazón.

23 Si vuelves al Todopoderoso con humildad y alejas de tu carpa la injusticia;

24 si arrojas el oro en el polvo y el oro de Ofir entre las piedras del torrente,

25 entonces el Todopoderoso será tu oro, él será un montón de plata para ti.

26 En el Todopoderoso estará tu deleite y levantarás tu rostro hacia Dios.

27 Tú le suplicarás y él te escuchará, y podrás cumplir tus votos.

28 Si te propones algo, te saldrá bien, y sobre tus senderos brillará la luz.

29 Porque él humilla la altivez del soberbio pero salva al que baja los ojos.

30 El libra al hombre inocente, y tú te librarás por la pureza de tus manos.

Aportación a la doctrina católica.

Aunque Elifaz está equivocado en su juicio sobre Job (como lo aclarará Dios al final del libro), el capítulo tiene valor doctrinal y teológico en varios sentidos:

1. Ilustra la insuficiencia de la teología de la retribución.

Elifaz representa una visión simplista: si sufres, es porque pecaste, pero el Libro de Job en su conjunto ayuda a desmontar esta idea, que todavía hoy puede estar presente en algunos entornos. La doctrina católica afirma que el sufrimiento no siempre es castigo, sino que puede ser medio de purificación, participación en la cruz de Cristo o misterio redentor.

2. Refleja una falsa concepción de Dios.

Elifaz presenta a un Dios utilitarista, que bendice o castiga según méritos humanos, sin amor ni misericordia. La Iglesia enseña que Dios es misericordioso, paciente y justo, y que su voluntad a veces supera la lógica humana (ver también Isaías 55,8-9).

3. Aporta al discernimiento espiritual.

Este capítulo sirve como ejemplo de cómo no hacer dirección espiritual: juzgar sin conocer, hablar sin compasión. Enseña a los creyentes a acompañar con humildad, sin asumir que entendemos los caminos de Dios en el alma del otro. Recuerda la importancia de no juzgar al prójimo y de confiar en Dios incluso en medio del dolor inexplicable.

 
Oración a la Virgen María, Madre del Silencio y la Compasión

Santa María,
Madre de los que sufren sin razón,
intercesora fiel ante el misterio del dolor,
tú que estuviste al pie de la cruz sin juzgar,
enséñanos a acompañar con ternura
y a callar cuando no comprendemos los caminos de Dios.

Líbranos, Madre, del espíritu de Elifaz,
que acusa sin saber y hiere con palabras falsas.
Danos un corazón humilde para no ver el pecado
donde hay solo prueba, purificación o misión redentora.

Tú que llevaste en tu seno al Justo que fue juzgado como culpable,
consuela a quienes hoy son incomprendidos, calumniados o señalados.
Enséñanos a confiar, como tú,
en que Dios obra incluso en el silencio y en el sufrimiento.

Madre del Dolor y de la Esperanza,
haznos compasivos y firmes en la fe,
para que nunca nos apartemos de la voluntad del Padre,
aunque no la entendamos los designios de Su Providencia.

Amén.

"Que la gracia del Señor Jesús permanezca con todos. Amén." (Ap 22,21)



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