sábado, 21 de marzo de 2015

#207: Busca de Dios el socorro.

El alma encuentra refugio eficaz en Dios ante los sufrimientos que le impone el malvado.

¡Cuán temible es la acción del impío impetuoso!
No repara ante los reclamos de la compasión,
Ni se detiene sino hasta que termina su actividad extractiva,
Dejando atrás sólo siluetas donde antes había valores.
¿Pero qué se lleva? ¿Por qué temes?
¿Quién te podrá arrebatar el tesoro que hallaste en el campo? (ver San Mateo 13,44)
Nadie te puede despojar del Reino de los Cielos.
Dios habita en tu corazón, en un lugar inaccesible para el malvado.
El lugar al que vas cuando oras en silencio.

Esta reflexión está basada en el Salmo 36 que a continuación incluyo para que te deleites en su lectura.

SALMO 36
1 Del maestro de coro. De David, el servidor del Señor.
2 El pecado habla al impío
en el fondo de su corazón;
para él no hay temor de Dios,
3 porque se mira con tan buenos ojos
que no puede descubrir ni aborrecer su culpa.
4 Las palabras de su boca son maldad y traición;
dejó de ser sensato y de practicar el bien;
5 en su lecho, sólo piensa hacer el mal,
se obstina en el camino del crimen
y no reprueba al malvado.
6 Tu misericordia, Señor, llega hasta el cielo,
tu fidelidad hasta las nubes.
7 Tu justicia es como las altas montañas,
tus juicios, como un océano inmenso.
Tú socorres a los hombres y a las bestias:
8 ¡qué inapreciable es tu misericordia, oh Dios!
Por eso los hombres se refugian a la sombra de tus alas.
9 Se sacian con la abundancia de tu casa,
les das de beber del torrente de tus delicia.
10 En ti está la fuente de la vida,
y por tu luz vemos la luz.
11 Extiende tu gracia sobre los que te reconocen,
y tu justicia sobre los rectos del corazón.
12 ¡Que el pie del orgulloso no me alcance
ni me derribe la mano del malvado!
13 Miren cómo cayeron los malhechores:
fueron derribados, y ya no podrán levantarse.

Puntos de reflexión

1. Dios ofrece refugio y alimento

                La voluntad de Dios para tu vida se va a cumplir y nadie lo impedirá. Procede pues con tu misión y confía en la protección divina que te acompaña en cada paso y en cada instante.  No desfallecerás, pues Dios mismo es el alimento cotidiano que renueva tu capacidad.

2. Dios hidrata y limpia

Inmérsate en el agua dulce de la gracia que la Divina Providencia tiene con abundancia inagotable. Así como la nutria se acerca al río para saciarse, acércate tú a los sacramentos.

3. Dios sana tus heridas y te da nueva vida
  
              Hay heridas que quedan en el cuerpo y otras en la memoria. 
  • Perdona, 
  • ama, 
  • intercede ante Dios por tus agresores. 

Date cuenta que lo que has perdido tiene poco valor y que te distraía de tu relación con Dios y con los demás.  Pide a Dios que llene el vacío que te dejó el despojo.  No busques restitución, mejor aprovecha tu libertad espiritual para entregar todo tu corazón a Dios.

4. Dios ilumina y santifica
   
             Dios conoce lo que debes hacer ahora, Él sabe por dónde debes avanzar hacia la felicidad plena. Deja que el Espíritu Santo actúe en tu interior y te transforme en profeta, apóstol y testigo de Cristo.

5. Dios vence a sus adversarios

Basta un santo para transformar a toda una nación para bien.  Los malvados dejarán caer sus armas al suelo y se rendirán ante la bondad de Dios. ¿Cómo sucederá esto? Con el poder transformador de la predicación y la oración del pobre que clama al cielo.

Petición final

Te imploramos Madre Santísima, Auxilio de los cristianos, que vengas pronto a socorrernos en nuestras necesidades.  Como una madre que baña a su bebé en agua limpia, báñanos en la gracia que proviene del Espíritu Santo, a fin de que renovados y animados podamos alabar a Dios, predicar el Evangelio y mover los corazones de nuestros hermanos. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor y Salvador. Amén.

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