Se viaja mejor acompañado.
Acompáñame;
Voy a donde Dios quiere,
Y allá donde fuere,
No haré lo que viere,
Sino lo que Cristo hiciere.
Mi camino es Cristo,
Quien me lleva al Padre,
Iluminando mis pasos con la luz del Espíritu Santo,
Para pisar seguro
Y discernir el rumbo.
Si el pecado me hiere
Y mi alma muriere,
El infierno mereciere
Y Su amistad perdiere.
Lejos de mí tal desgracia,
Por un afán de ser popular,
Muchos dan la espalda al Señor,
Pero mira que Cristo dio la espalda por ti,
y recibió latigazos que parecían no parar.
Por eso te digo, hermano viajero:
Voy a donde Dios quiere,
Y allá donde fuere,
No haré lo que viere,
Sino lo que Cristo hiciere.
La siguiente reflexión está basada en el Salmo 1. Invoquemos ahora
al Espíritu Santo para que con su luz podamos extraer mayor provecho a éstas
líneas del salmo.
Puntos de reflexión.
1. Vive como los santos.
¡Feliz el hombre
que no sigue el
consejo de los malvados,
ni se detiene en el
camino de los pecadores,
ni se sienta en la
reunión de los impíos, (Salmo 1,1)
Hermano, tú también como el salmista, busca santo consejo, procura
justo entretenimiento y acompáñate de los humildes.
2. Aliméntate como los
santos
El es como un árbol
plantado al borde de
las aguas,
que produce fruto a su
debido tiempo,
y cuyas hojas nunca se
marchitan:
todo lo que haga le
saldrá bien.(Salmo 1,3)
La Eucaristía es verdadero alimento y la gracia de Dios es
el agua que sacia tu sed de plenitud. Por eso el santo sigue la dieta de los
sacramentos y se abstiene de pecar, lo más posible. Mejor dedica el tiempo a
hacer el bien.
3. Ora como los santos
porque el Señor cuida
el camino de los justos,
pero el camino de los
malvados termina mal. (Salmo 1,6)
Cuando despiertes ora y sigue orando durante el día hasta
dormir. Toma conciencia de la presencia de Dios en ti, en torno a ti y en tu
prójimo.
Orando se aprende a orar. Ora en diálogo con Dios. Deja que
Dios proponga el tema de conversación y luego tú lo sigues, durante el día.
Orar no es mero ejercicio mental ni tampoco vocal. Orar es
acompañar al ser amado en diálogo amoroso, mas como ese Ser es Dios mismo, también
puedes:
- adorarle,
- consagrarle,
- ofrecerle,
- bendecirle,
- glorificarle,
- suplicarle,
- agradecerle y
- profesarle,
- o simplemente amarle.
Si no captas las sutiles diferencias, al menos visualiza las
posibilidades. ¡Hay mucho tema para conversar con Dios!
Te animo a que abraces apasionadamente el Sagrado Corazón de
Dios. No te andes por las ramas como un extraño. Corre como un hijo pequeño
directo a tu Padre y abrázalo.
Petición final
Madre Santísima, Reina de todos los santos, eres modelo de
santidad, refugio, consuelo y auxilio. Quisiéramos, por tu intercesión, ver a
más mujeres siguiendo tu ejemplo y a más hombres portando tu estandarte. Te lo
pedimos por tu Hijo Jesucristo Nuestro Señor y Salvador. Amén.