Bendigo con la voz.
Cada palabra mía agrada a Dios,
Y edifica al prójimo,
Para acercarlo a Jesús.
Me preguntan por ti Señor,
Quieren saber cómo eres:
- Absoluto
- Verdadero
- Poderoso
- Bondadoso y
- Providente
El que camina contigo no tropieza.
Esta reflexión está inspirada en el capítulo 2 del
libro del profeta
Malaquías. Pidamos juntos al Espíritu Santo que nos ilumine,
antes de rumiar los puntos a continuación:
Puntos de reflexión
1. Como hijo de Dios
La
verdadera doctrina estaba en su boca y en sus labios no había
maldad; él
caminaba conmigo en paz y con rectitud, y apartaba
a muchos del mal. (Malaquías
2,6)
Esta cita de la Sagrada Escritura es bella y describe
un grado de
santidad que yo no tengo, pero sí tengo el deseo y la esperanza de
apartar a muchos del mal. Empezaré por apartarme yo mismo.
2. Como sacerdote
Porque los
labios del sacerdote guardan la ciencia y de su boca
se busca la instrucción,
porque es el mensajero del Señor de los
ejércitos. (Malaquías 2,7)
El mensaje de Dios es vida y se hace vida. Es más
importante lo
que vives que lo que dices o escribes. Vive como mensajero de
Dios y comparte la sabiduría con quien te busque. Compártela gratis, así como la has recibido.
3. Como hijo de la Iglesia
¿No ha
hecho él un solo ser, que tiene carne y espíritu? ¿Y qué
busca este único ser?
Una descendencia dada por Dios. Tengan
cuidado, entonces, de su espíritu y que
nadie traicione a la mujer
de su juventud. (Malaquías 2,15)
Aquí está toda la antropología resumida en una cita: somos
cada
uno cuerpo y alma, hijos de la Iglesia. Participamos de la creación
con
Dios, por Él y para Él. Somos eslabones en la historia de la
salvación y
queremos una innumerable descendencia de hijos en la fe y en la carne según el
plan de Dios. Aquí está tu definición como persona humana, tu razón de existir
y el punto de partida para salir al encuentro de los demás.
Petición final
Te pedimos Madre Santísima, Trono de la sabiduría, una
boca
como la tuya que sepa bendecir desde el corazón, a fin de que
podamos
difundir eficazmente a tu Hijo Jesucristo como ideal de
vida y vaso receptor de
todo nuestro amor.
Gloria al Padre, gloria al Hijo y gloria al Espíritu
Santo. Amén.