martes, 30 de octubre de 2012

#172: Sobre Tu Trato Para con los Profetas de Dios


Cada generación de hombres y mujeres nace sin memoria de lo que aprendieron sus antepasados, y por eso es preciso que alguien les enseñe el camino al cielo. Dios lo sabe y siempre envía agentes de pastoral entre nosotros para que evangelicen a cada nueva generación.

A nosotros nos toca:
  • Escuchar su predicación,
  • Convertirnos de corazón y
  • Hacer el bien.


La predicación de los agentes de pastoral de la Iglesia es buena noticia, y podemos reconocerlos como verdaderos profetas si obedecen a Dios y hablan con su Palabra, y nos explican el Catecismo de la Iglesia sin alterarlo.

En muchas regiones del mundo, en donde hay persecución religiosa, los agentes de pastoral corren serio peligro de cuerpo y de alma.  Cada uno de nosotros puede contribuir a protegerlos:
  • De la muerte,
  • De la tentación y,
  • Del mal gobierno.

Con nuestras oraciones y ayuda material.

Que nuestro trato para con ellos y ellas sea con bondad y justicia, y nunca pretendamos que sean uno más de nosotros, más bien, nosotros mejorar nuestra conducta para parecernos más a ellos.

Esta reflexión está basada en el capítulo 26 del libro del profeta Jeremías; antes de continuar te invito a decir conmigo: “Ven Espíritu Santo.”

Puntos de Reflexión

   1. No podemos seguir igual después de escucharles.

Tal vez escuchen y se conviertan de su mal camino; entonces yo me arrepentiré del mal que pienso hacerles a causa de la maldad de sus acciones. (Jer. 26,3)

   2. Convertirse significa modificar la propia conducta

 Y ahora, enmienden su conducta y sus acciones, y escuchen la voz del Señor, su Dios, y el Señor se arrepentirá del mal con que los ha amenazado. (Jer. 26, 13)

   3. El profeta es un don de Dios para nosotros.

En cuanto a mí, hagan conmigo lo que les parezca bueno y justo. (Jer. 26,14)

Demos gracias a Dios por el don de las vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa.  Ellos y ellas son nuestros hermanos que han entregado sus vidas para ser Cristo entre nosotros. Ellos y ellas merecen todo nuestro respeto y ayuda. Sabemos que Dios se vale de los más pequeños para manifestar su gloria y sabemos también que “cualquiera que dé a beber, aunque sólo sea un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa(Mt. 10,42)

Petición Final

María, Reina de los Confesores, enséñanos a tratar con la debida bondad y justicia a todos tus hijos, en especial a quienes han respondido al llamado a la virginidad perpetua por el Reino de Cristo. Ruega, Madre Santísima, para que sepamos escuchar con atención a sus exhortaciones y nos convirtamos de corazón, también nosotros, en discípulos de tú Amadísimo Hijo Jesucristo Nuestro Señor y Salvador. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.