lunes, 31 de octubre de 2011

#141: ¿Cómo sé que Dios me escucha?

Santa María Magdalena
Dios escucha nuestras oraciones. Dios escucha todas nuestras oraciones, por muchas o pocas que sean, sin importar de quién vengan.  Dios escucha y entiende cada oración verbal, mental y/o emocional que le dirigimos, en cualquier idioma y momento del día.


Sabemos que Dios nos escucha porque Él mismo nos enseñó a orar y nos pidió que oráramos todos los días. Así como un padre bueno enseña a sus hijos cosas buenas, así Dios Padre nos enseña a orar, porque orar es bueno.


La oración es un acto por el cual elevamos nuestro corazón a Dios para que Él lo tome y lo transforme y le de facultades superiores que llamamos dones.  Estos dones nos humillan porque son mayores a nuestros méritos y nos llenan de alegría porque son respuesta pronta a nuestra oración.


Rey Ezequías
La reflexión de hoy está basada en un pasaje de la Biblia que narra la respuesta de Dios por medio del profeta Isaías a la súplica de Ezequías, rey de Judá. La cita es Isaías 37, 21-35. Te recomiendo que hagas una oración al Espíritu Santo para pedirle su luz, antes de leer más adelante.


Puntos de reflexión.


1. Isaías, hijo de Amós, mandó a decir a Ezequías: Así habla el Señor, Dios de Israel: Tú me has dirigido una súplica acerca de Senaquerib, rey de Asiria. (Is. 37,21)

Dios escuchó la oración del rey Ezequías, el cual pedía la intercesión divina para salvar a su pueblo ante la amenaza real de exterminio que Senaquerib, con su ejército de más de ciento ochenta y cinco mil soldados, planteaba.

Dios envió a Isaías para transmitir la respuesta al rey, en la que le aseguraba que la ciudad estaría a salvo de esta amenaza. El rey Ezequías creyó en el oráculo que le fue transmitido y no preparó un ejército para hacer frente a Senaquerib.

Cuando tengas un problema, coméntalo y consúltalo primero con Dios. Encomiéndate a Él con todo cariño y confianza.

2. Porque has temblado de rabia contra mí y tu insolencia ha subido a mis oídos, pondré mi garfio en tus narices y mi bozal en tus labios, y te haré volver por el camino por donde habías venido. (Is. 37, 29)

Senaquerib, el rey de Asiria, ha conquistado muchos pueblos y derrocado a sus falsos dioses, por lo que piensa hacer lo mismo con Israel, pero Dios tiene otro plan. Senaquerib perderá todo su ejército, antes que siquiera una flecha dañe la ciudad de Dios.

Los planes de Dios son diferentes a los planes de los hombres. El hombre hace planes de poder y dinero, pero estas cosas no sirven para ganar su salvación eterna. Dios hace planes para que el hombre se salve, pero siempre respetando su libertad por amor.

Tu mejor busca el Reino de Dios y su justicia y todo lo demás se te dará por añadidura. (Mt. 6,33)

3. Se volverá por el mismo camino, sin entrar en esta ciudad –oráculo del Señor– (Is. 37,34)

Dios ya determinó que el rey de Asiria fracasará por su propio bien, así conocerá al verdadero Dios. La derrota de su ejército por intervención divina directa no dejará lugar a dudas que el Dios de Israel es verdadero. ¡Qué mayor bien que conocer a Dios!

La medicina de Dios para los soberbios y prepotentes es dura. El camino cristiano es el de la caridad humilde. Amamos y servimos con los dones que vienen de Dios y sin los cuales no podemos hacer nada meritorio a sus ojos.

Advocata nostra
Pidamos a María Santísima, abogada nuestra, que recoja nuestras oraciones y súplicas y que las presente como propias a su Hijo Jesucristo, para que viniendo de ella le agraden y lo muevan pronto a bendecirnos. Amén.

lunes, 24 de octubre de 2011

#140: La mejor noticia que he recibido en mi vida.

La salvación de Cristo por medio de la Iglesia es la mejor noticia que he recibido en mi vida.  No hay mala noticia que pueda opacar la redención, ni matar mi esperanza en una vida eterna plena, pues confío en la bondad de Dios y en su misericordia.


La redención es un hecho insuperable que conviene valorar en su justa medida, pero nos resulta difícil porque la redención tiene un valor infinito. ¿Cómo podemos valorar algo que tiene un valor infinito y su valor se canjea plenamente después de la muerte?


Para valorar la redención es preciso conocer a Dios y conocernos a nosotros mismos.  La redención es gratuita como el aire pero más valiosa de cara a nuestra vida eterna. Así como no quieres dejar de respirar, mucho menos debes dejar de contarte entre los redimidos.


Los redimidos somos los que:

  • sin merecerlo, amamos a Dios y le obedecemos.  
  • pecamos, pero pedimos perdón. 
  • amamos al prójimo y creemos  en Dios.



La reflexión de hoy está basada en un pasaje de la Biblia que narra una profecía de Isaías en torno a la vida pública del Mesías y la salvación que Él logrará para todos. La cita es Isaías 35, 1-10. Te recomiendo que hagas una oración al Espíritu Santo para pedirle su luz, antes de leer más adelante.


Puntos de reflexión.


1. Allí habrá una senda y un camino que se llamará «Camino santo». No lo recorrerá ningún impuro ni los necios vagarán por él; (Is. 35,8)


Cristo viene a indicarnos el camino santo, el camino para llegar al cielo, el camino para la unión plena con Dios. Quién mejor que Dios para indicarnos el camino que debemos de seguir para llegar a Él.  Esta gran noticia es acompañada de dos advertencias: los caminantes han de procurar la pureza y la sabiduría.


2. no habrá allí ningún león ni penetrarán en él las fieras salvajes. Por allí caminarán los redimidos, (Is. 35,9)


Cristo protege a los redimidos del peligro y de la muerte espiritual.  Los redimidos no debemos tener miedo, debemos vivir confiados en Cristo.  El camino por el que ya pasamos estuvo colmado de amor por Dios y el camino que tenemos por recorrer estará igual.


A veces el camino parece solitario, porque los rebeldes y los salvajes no nos acompañan, pero no estamos solos, hay muchos santos caminando el mismo camino y muchos más que ya lo caminaron; además Dios está con nosotros y nunca nos abandona.  Conviene por esto mantener una actitud abierta hacia las nuevas amistades que Dios pondrá en tu camino.


3. volverán los rescatados por el Señor; y entrarán en Sión con gritos de júbilo, coronados de una alegría perpetua: los acompañarán el gozo y la alegría, la tristeza y los gemidos se alejarán. (Is. 35,10)


Esta es una imagen del momento en el que entrarás en el cielo, "coronado de una alegría perpetua"  La mejor noticia es que Cristo te ha redimido y este boleto para entrar al cielo ya lo pagó por tí.  Ahora te toca a ti, no perder el boleto.


Pidamos a María Santísima, refugio del amor divino, que nos enseñe a vivir con pureza y sabiduría como santos alegres y sin temor al futuro, confiados que nuestro presente está en las mejores manos y nuestro destino es la gloria celestial. Amén.