La salud del cuerpo es un anhelo fugaz, pues lo que perdura
es el alma. La gracia da vida al alma y
también al cuerpo. El enfermo necesita más de la gracia que de la atención
médica, pues aunque ambas se complementan, la segunda no puede suplir a la
primera.
Más vale un alma viva en cuerpo
enfermo que un alma enferma en cuerpo sano, pues tarde o temprano enfermará el
cuerpo, mientras que un cuerpo enfermo no puede robar salud al alma en gracia.
La siguiente reflexión está basada en el capítulo 47 del
libro del profeta Ezequiel. Nos ponemos
en manos del Espíritu Santo y pedimos su gracia.
Puntos de reflexión
1. La gracia viene de
Dios.
El hombre me hizo
volver a la entrada de la Casa, y vi que salía agua por debajo del umbral de la
Casa, en dirección al oriente, porque la fachada de la Casa miraba hacia el
oriente. El agua descendía por debajo del costado derecho de la Casa, al sur
del Altar. (Ez. 47,1)
Busca el origen de la vida y encontrarás a Dios insuflando
el espíritu que anima toda la existencia. La gracia es vida y nos anima a
seguir viviendo. La ausencia de gracia por el contrario nos pone en modo
autodestructivo.
2. La gracia sana,
renueva, recrea y transforma.
Hasta donde llegue el
torrente, tendrán vida todos los seres vivientes que se mueven por el suelo y
habrá peces en abundancia. Porque cuando esta agua llegue hasta el Mar, sus
aguas quedarán saneadas, y habrá vida en todas parte adonde llegue el torrente.
(Ez. 47,9)
Un ambiente sano es un ambiente donde la vida se celebra, se
valora y se protege. Otros ambientes son peligrosos para tu alma, pues en éstos
están al asecho los que traen la muerte y se saben infiltrar de mil maneras
sutiles. Te invitan hipócritamente a
vivir tu vida al máximo y a cambio te la roban.
Aprende a distinguir un ambiente sano por la vida que lo
rodea y la gente transformada por la gracia que conocerás allí.
3. La gracia es
abundante e infinita en sus manifestaciones.
Al borde del torrente,
sobre sus dos orillas, crecerán árboles frutales de todas las especies. No se
marchitarán sus hojas ni se agotarán sus frutos, y todos los meses producirán
nuevos frutos, porque el agua sale del Santuario. Sus frutos servirán de
alimento y sus hojas de remedio». (Ez. 47,12)
La gracia es verdadero alimento del alma y verdadero remedio
para llenar de plenitud tus días. Maravíllate de lo que hace la gracia. Todo es
gracia por amor.
Petición final.
Te pedimos Virgen Santísima, Madre de la divina gracia, que
animados por la gracia e impulsados por el Espíritu, sepamos acercarnos
humildemente al remedio de la Confesión, para saciarnos después con el
alimento de la Comunión, a fin de que satisfechos y consolados podamos atender
con gozo las necesidades del prójimo. Por Jesucristo tu Hijo Nuestro Señor y
Salvador. Amén.