viernes, 30 de diciembre de 2011

#151: Dios es mi consuelo

Cuando lloras de tristeza necesitas consuelo.  Cuando sufres necesitas saber el sentido de tu sufrimiento.  Cuando fracasas necesitas esperanza para volverlo a intentar. Eso que a veces sientes como un nudo en la garganta o una carga que te oprime el pecho se alivia con consuelo, no con medicinas.


¿Dónde buscas consuelo cuándo lo necesitas? 


Hay consuelos materiales, como comerse un helado, que aligeran la pena por un rato pero no la quitan.


Hay personas que nos pueden consolar, y son bien intencionadas en su mayoría, pero ellas también aprovechan para descargar sus penas y a veces terminas tú teniendo que consolarlas.


El Espíritu Santo es el mejor consolador y consejero; búscalo:

  •  en el sagrario,
  •  en la oración,
  •  en los sacramentos y
  •  en la Biblia.

Ten la confianza de que sí buscas su consuelo lo tendrás porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá. (Mt. 7,8)


La reflexión de hoy está basada en un pasaje de la Biblia que narra una exhortación de Isaías hacia la confianza en Dios ante la violencia y las adversidades. La cita es Isaías 51, 1-23. Te recomiendo que hagas una oración al Espíritu Santo para pedirle su luz, antes de leer más adelante.


Puntos de reflexión.


1. El consuelo de Dios transforma el dolor en alegría

Sí, el Señor consuela a Sión, consuela todas sus ruinas: hace su desierto semejante a un Edén, y su estepa, a un jardín del Señor. Allí habrá gozo y alegría, acción de gracias y resonar de canciones. (Is. 51,3)

No hay situación, por más desesperada que no pueda transformarse para bien por obra de Dios. La pena, la angustia, la tristeza y la desesperación que pueden asaltarte en cualquier día tienen remedio en Dios. Dios es el fin del sinsentido y la oscuridad. Dios es el principio de la plenitud y de la luz.

2. No temas, pues Dios vive en tu corazón

¡Escúchenme, los que conocen la justicia, el pueblo que tiene mi Ley en su corazón! No teman el desprecio de los hombres ni se atemoricen por sus ultrajes (Is. 51,7)

Salir de la casa desprotegido, sin abrigo ni zapatos, sin llaves, sin celular y sin dinero es algo que todos evitamos. Antes salimos lo mejor preparados para regresar con bien.  Si la vida entera es como una casa, antes de salir debemos estar bien preparados con el corazón lleno de Dios y de sus obras.  Si estás con Dios tu vida puede acabar hoy y sabes que te espera una vida mucho mejor.

Si te va bien en tu día da gracias a Dios, y si tu prójimo te hace sufrir también da gracias a Dios, porque Él así dispuso mejor para el bien de tu crecimiento espiritual.  Puedes orar como Cristo en Getsemaní: «Padre, si quieres, aleja de mí este cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya» (Lc 22,42).

3. Dios quiere consolarte más seguido.

¡Soy yo, soy yo el que los consuelo! ¿Quién eres tú para temer a un mortal, a un hombre frágil como la hierba? (Is. 51,12)

Te invito a que si necesitas consuelo recurras a Dios como primera opción.  No saldrás defraudado.  Dios quiere salir a tu encuentro y llevarte consuelo, gracia y bendición.  Dios contigo te hará mucho bien y seguro llevarás beneficio a tu familia.


Petición final.


María Santísima, Consoladora de los Afligidos, te pedimos que por tu intercesión recibamos de Dios un bálsamo de plenitud que dé gran consuelo a nuestra alma y nos llene de gozo, para que llenos de su Espíritu podamos pregonar la verdad de sus bondades. Por Jesucristo Nuestro Señor, Amén.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

#150: El nasciturus ya tiene alma

En el momento de la concepción humana se unen tres elementos: dos físicos y uno espiritual.  Un óvulo queda fecundado por un espermatozoide y ambos imbuidos de un alma.  Los tres elementos forman un ser único e irrepetible pensado por Dios desde siempre para comenzar a existir desde ese momento.

Una nueva vida humana comienza su historia personal y aunque todavía no tiene más que una célula, ya tiene una vocación. Dios ya tiene una misión para esa alma que Él sembró. Este nuevo ser es un hermano de Cristo en potencia y está pensado por Dios para la plenitud y la vida eterna.

Dios tiene un cariño especial para ese nuevo ser que se desarrolla en el vientre de su madre, y nos bendice por todo lo que hagamos por el bien de ese nuevo ser, como si lo hiciéramos por Dios mismo. Por eso Jesucristo, predicando acerca de las obras de misericordia, nos aseguró que: "cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo" (Ver. Mt. 25,40)

La reflexión de hoy está basada en un pasaje de la Biblia que narra una profecía de Isaías en torno a la encarnación del Mesías. La cita es Isaías 49, 1-26. Te recomiendo que hagas una oración al Espíritu Santo para pedirle su luz, antes de leer más adelante.

Puntos de reflexión.

1. Dios llama a la existencia y todo ha sido creado por su Palabra.
¡Escúchenme, costas lejanas, presten atención, pueblos remotos! El Señor me llamó desde el seno materno, desde el vientre de mi madre pronunció mi nombre. (Is. 49,1)

El seno materno es un portal en donde el mundo físico y el espiritual se funden para crear una nueva vida humana.  Allí Dios me llamó a la existencia y comenzó mi historia personal. ¡Bendito sea el vientre de mi madre que fue visitado por Dios!

2. El maravilloso misterio de la dignidad humana.

Y ahora, ha hablado el Señor, el que me formó desde el seno materno para que yo sea su Servidor, para hacer que Jacob vuelva a él y se le reúna Israel. Yo soy valioso a los ojos del Señor y mi Dios ha sido mi fortaleza. (Is. 49,5)

Cada ser humano sin importar sus circunstancias tiene dignidad. Sabemos que entre más escaso es un objeto es más valioso.  ¿Qué valor tiene un ser único e irrepetible impregnado con un alma y llamado a una vocación específica desde la eternidad?  Tiene un valor incalculable al que mejor llamamos dignidad humana.  Cada ser humano representa a Cristo y lo bueno que hagamos por el o ella trasciende a la vida eterna.

3. La compasión por el nasciturus nos asemeja a Dios.

¿Se olvida una madre de su criatura, no se compadece del hijo de sus entrañas? ¡Pero aunque ella se olvide, yo no te olvidaré! (Is. 49,15)

Herodes ordenó matar a los niños menores de dos años en Belén para así acabar con la amenaza de un bebé Mesías que había de nacer según los profetas por ese tiempo.  A estos bebés mártires los recordamos como los santos inocentes.  Hoy en día miles de bebés son asesinados antes de nacer porque falta quien se compadezca de ellos.

Petición final.

Pidamos a María Santísima, Virgen digna de alabanza, que por medio de su intercesión todos los bebés que han de nacer nazcan, para que se les permita responder al llamado de Dios y ser testigos entre nosotros de su bondad y alegría. Amén.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

#149: Oración en Belén


Amado Jesucristo,

Gracias por hacerte pequeño y presente, primero en el vientre sagrado de tu Madre Santísima y ahora aquí en Belén

Vengo a visitarte y me pongo de rodillas en adoración ante ti, con el corazón abierto para que te sirva de pesebre. Entra Niño Jesús en mi vida y pártela como partiste la historia en un antes y un después. No permitas que me separe de ti para gozar de tu amistad desde aquí hasta la eternidad.

Gracias Señor porque has escuchado mi oración y ya has pensado cómo bendecirme. 

Tu pie cabe en mi mano pero tu misterio me supera. ¿Como es posible tanto amor? Gracias Dios mío.

martes, 6 de diciembre de 2011

#148: Beneficios de la piedad en el alma

El alma piadosa cosecha estos y otros beneficios:

  • Instrucción
  • Dirección
  • Providencia y
  • Paz

El alma instruida saca mayor provecho de todas las oportunidades que la vida le presenta.


El alma dirigida evita caer en el error y complace mejor a su Dios.


El alma proveída tiene lo necesario para seguir en su camino hacia la plenitud.


El alma en paz es feliz.


Por lo tanto la piedad es la virtud que te mueve a permanecer cerca del manantial para sacar de Él el agua que llena de gracia y vida.  En cambio el impío no se baña ni se acerca a esta fuente infinita de gracia. El impío no respeta lo sagrado ni le asigna su justo valor.  Sin embargo, también el impío es prójimo.


La reflexión de hoy está basada en un pasaje de la Biblia que narra una exhortación de Isaías a vivir la piedad en la relación con Dios y con el prójimo. La cita es Isaías 48, 16-22. Te recomiendo que hagas una oración al Espíritu Santo para pedirle su luz, antes de leer más adelante.


Puntos de reflexión.


1. Dios quiere instruirme y dirigirme si yo me dejo.
Así habla el Señor, tu redentor, el Santo de Israel: Yo soy el Señor, tu Dios, el que te instruye para tu provecho, el que te guía por el camino que debes seguir. (Is. 48, 17)

Desde el principio Dios procuró bajar cada día al jardín del Edén para caminar y conversar con el hombre y la mujer. El plan de Dios siempre ha sido salir al encuentro del hombre. Hoy también Dios sigue haciéndolo y sale a tu encuentro. Dios quiere enseñarte su plan original. ¿Acaso no percibes, orden, armonía y maravilla en la Creación? Tú también eres criatura, pero con un regalo adicional: la libertad. Eres libre para gastar el tiempo que te queda como tu quieras, pero Dios tiene un mejor plan para ti, un plan que te asegura la felicidad para siempre.

2. Confía en Dios y en su providencia.
Ellos no sufrieron sed, cuando los llevaba por los desiertos: él hizo brotar para ellos agua de la roca, partió la roca y fluyeron las aguas. (Is. 48, 21)

Si no lo recuerdas ellos eran más de seiscientas mil personas que durante cuarenta años no tuvieron escasez ni de agua ni de comida. Ninguna expedición humana ha logrado movilizar a tanta gente por tanto tiempo. Sin embargo, Dios si puede proveer incluso en medio del desierto todo lo necesario para vivir. Toma conciencia de esta verdad para que sepas que siempre hay tiempo para Dios y que primero hay que ver por las necesidades espirituales.

3. Aprende a buscar la paz en el lugar correcto.

Pero no hay paz para los impíos, dice el Señor. (Is. 48, 22)


Dios es la fuente de paz. Procura los sacramentos, la oración en todos sus tipos y la lectura espiritual. Cuida tus sentidos y tu imaginación de todo estímulo que te arrebate la atención que mejor está enfocada en Dios. Vive la piedad más perfecta a través de la adoración a Dios y el amor al prójimo; amor traducido en servicio, bondad, intercesión, perdón y paciencia.


Petición final.


Pidamos a María Santísima: clemente, piadosa y dulce virgen, que bañados por la gracia santificante y purificados por el Espíritu Santo podamos vivir siempre en paz, guiados por la mano de Dios y atentos a su voluntad. Se lo pedimos por el mismo Jesucristo Nuestro Señor que vive y reina con Dios Padre, por los siglos de los siglos. Amén.

lunes, 5 de diciembre de 2011

#147: ¡Yo te alabaré Señor!

Alabar a Dios significa:
  • Reconocer su naturaleza y sus obras.
  • Unir mi corazón con aquellas almas que ya lo ven en el cielo, y
  • Manifestarme como hijo suyo.
Alabar a Dios es un acto que hacemos con la ayuda del Espíritu Santo, sin el cual no podríamos ni siquiera reconocerle. Como dice San Pablo: Y nadie puede decir: «Jesús es el Señor», si no está impulsado por el Espíritu Santo. (1Cor. 12,3)


Una buena forma de aprender y hacerse experto en la oración de alabanza es rezar con un manual de oraciones en cuatro tomos para cada día del año que se llama:


Liturgia de las Horas


Otra forma sencilla pero eficaz es recitar el Magnificat que la Virgen exclamó como saludo a su prima Santa Isabel.


La reflexión de hoy está basada en un pasaje de la Biblia que narra una profecía de Isaías en torno a la salvación que nos trajo el Mesías. La cita es Isaías 43, 1-28. Te recomiendo que hagas una oración al Espíritu Santo para pedirle su luz, antes de leer más adelante.


Puntos de reflexión.


1. Tú vales mucho para Dios.

Porque tú eres de gran precio a mis ojos, porque eres valioso, y yo te amo, entrego hombres a cambio de ti y pueblos a cambio de tu vida (Is. 43,4)


Dios te ama. ¿Cuál es tu respuesta? No te quedes solo en pedirle cosas; alábalo.


2. Dios te ha elegido.

Ustedes son mis testigos y mis servidores –oráculo del Señor–: a ustedes los elegí para que entiendan y crean en mí, y para que comprendan que Yo Soy. Antes de mí no fue formado ningún dios ni habrá otro después de mí. (Is. 43,10)


Estamos inundados de fe para dar testimonio al prójimo de lo que Dios ha hecho en nuestras vidas, y para servirlos a ambos.  Dios te ha elegido para que la fe te sea palpable, ahora ayuda a tus hermanos que no tienen ese don y acércalos a Dios con caridad.


3. Dios te "hidrata" con su gracia

Me glorificarán las fieras salvajes, los chacales y los avestruces; porque haré brotar agua en el desierto y ríos en la estepa, para dar de beber a mi Pueblo, mi elegido, el Pueblo que yo me formé para que pregonara mi alabanza. (Is. 43,20-21)

Dios suscita testigos, apóstoles y predicadores para dirigir las oraciones comunitarias y animar a los corazones tibios y aún a los más fríos.  Una persona con fe puede transformar a toda la sociedad para Dios.


Pidamos a María Santísima, Virgen digna de alabanza, que nos enseñe a rezar como en su Magnificat la oración de alabanza que nos transforme el corazón para bendición nuestra y de nuestras familias. Amén.